Existen dos tipos de implantaciones: La implantación informática, que se limita a explicar como funciona el programa, o la implantación global, que va más allá e implanta un nueva manera de hacer las cosas, no por que se hagan mal, sino porque con el nuevo ERP se pueden hacer mejor. Nos inclinamos a pensar que la única forma válida de implantación es la segunda, aunque conlleve más esfuerzo.
Durante la implantación se van a ir definiendo todos los procesos en la empresa, el cambio fundamental va a consistir en que en todos ellos existirá un elemento común, el ERP. Es por ello que vamos a aplanar nuestra organización. Muchas de las gestiones de los responsables pueden ser ahora gestionadas por el ERP; por ejemplo, el responsable de existencias deberá definir la política en el ERP, y el ERP seguirá esa política facilitando que otras personas puedan efectuar la gestión de propuestas de compra sin su intervención. Ello va a permitir, que, de forma casi invisible, las personas responsables puedan recuperar tiempo para otras gestiones. También conlleva un mayor rigor y seguridad en todas las gestiones.
Esta sistematización, lleva a una simplicidad abrumadora en el funcionamiento de la empresa, de modo que, las empresas, suelen preguntarse cómo pudieron sobrevivir en tiempos pasados sin un sistema ERP.
Una vez implantado, va a ser mucho más fácil obtener un certificado de calidad, puesto que los procesos básicos van a estar definidos.
El ERP va a permitir afrontar con éxito la tendencia de reducción de plazos de entrega con cantidades cada vez menores, y no digamos la posibilidad de la gestión real de la trazabilidad del lote y trazabilidad de los documentos. Alguno de nuestros clientes, una vez implantado el ERP, ha podido incrementar en más del 30% la producción manteniendo los costes fijos.
Un ERP es también un recolector de datos, estos datos, con el tiempo, tienen un valor incalculable si se tratan adecuadamente. Pensemos, por ejemplo, en la información que nos pueden facilitar los fichajes de los operarios de planta. Al pasar el tiempo vamos a poder conocer con total exactitud cuanto tiempo se emplea en realizar cada operación de cada producto, ello nos va a permitir evaluar cuales son las operaciones que nos están consumiendo más recursos y evaluar con certeza una hipotética inversión.
Como vamos a disponer de toda la información, podremos adoptar una actitud pro-activa y adelantarnos a las necesidades de materiales o capacidad productiva (horas hombre o máquina).